5.08.2012

De Vacaciones Del Mundo..!!!!!!


Luego de una constante reflexión del periodo actual de mi vida, determine que lo idóneo es tomar algunas decisiones drásticas y bastante crueles para con los demás, pero las mejores para mi bienestar, por lo que por ahora buscaremos aislarnos en soledad, para de este modo reestructurar nuestra estrategia de juego y posteriormente continuar peleando con los demonios internos, por eso es que ahora estoy escribiendo constantemente, ya no tengo facebook en donde desahogar los chispazos repentinos que tenia de escribir, llegue a la conclusión que el facebook es bastante dañino para la salud mental de algunas personas (algunas personas = yo), pero por otro lado, eso no me basto, también me alejo de amistades y de mundos ridículos que solía frecuentar, son pocas las personas a las que me interesa ver y son muchas a las que no me queda de otra, esto no quiere decir que ya no me verán salir y estaré en mi cuarto como un vampiro pegado al techo todo el día, todo lo contrario, voy a hacer mas cosas que nunca, dedicare todo mi tiempo a escribir, a la maestría, al diplomado etc etc etc, y menos tiempo a la interacción social ( si se puede eliminarla mejor)…. Y ustedes dirán pero el hombre es un animal político..… pues es verdad, pero como todo animal se agota de estar rodeado de tanta irracionalidad y adversidad con la que se tiene que topar, por lo que desde ya voy a tomarme unas largas vacaciones de la vida como la que hasta hoy conocía o mejor dicho regresare a la antigüedad, donde la gente se comunicaba solo presencialmente y me alejare de la tecnología, adiós face, adiós smartphone (si ahora estoy utilizando un teléfono monocromático) adiós toda comunicación bilateral, solo me quedo con este medio unilateral de mi parte de gritar, sin tener que escuchar respuestas……

 

“Cuando la Economía Sedujo al Derecho”


No es mi costumbre copiar artículos de 3ros, pero este es uno de los que más me ha gustado, me lo recomendaron hace unos 7 años en mi primer ciclo de derecho y desde ese momento siempre lo recomiendo, por lo que le doy cabida en mi blog, creo que es la segunda vez que cito un artículo de un 3ro en este caso el señor Daniel Córdoba autor del mismo.

POR DANIEL CÓRDOVA

Imagino la relación entre la economía y el derecho, como la de un romance entre un hombre maduro, culto, de buen verbo, aunque con ciertos prejuicios heredados de doctrinas antiguas, el Derecho, y una joven señorita, inteligente, seductora, racional, aunque a veces soñadora y distante de la realidad, la economía.

El hombre maduro nació, evidentemente, muchos siglos antes que la señorita. El paso de la prehistoria a la historia, fue el camino hacia sociedades ordenadas sobre la base de la definición de derechos de propiedad excluyentes y sistemas de organización definidos por reglas que progresivamente adoptaron la forma de cuerpos legales. La formación del derecho romano fue tal vez el proceso de adolescencia de aquel hombre maduro, adolescencia que fue seguida de un largo periodo de lenta evolución hasta que llegara a la adultez, no sin haber pasado, como todo joven impetuoso, por importantes aventuras revolucionarias en Francia, el país del código napoleónico, y alguna que otra liberalidad en los países anglosajones, ahí donde se decidió construir el derecho, más sobre la base de la experiencia, que en función de principios preconcebidos. Al llegar a la madurez, entonces, como suele suceder, don Derecho tenía una doble vida. Ante la sociedad más tradicional, la de Europa Continental y sus ex colonias, mostraba una personalidad más conservadora, basada en las tradiciones de los grandes principios morales. Ante la sociedad más liberal, como la anglosajona del Viejo y del Nuevo Mundo, por el contrario, se mostraba con mayor propensión a adaptarse a la modernidad del mercado. Pero, en ambos casos, carecía de algunas limitaciones propias de su aislamiento cognitivo.

Cuentan que hasta antes de encontrarse con la señorita economía, el señor maduro tenía gran tendencia a proclamar verdades absolutas en las cuales creía ciegamente y que pretendía hacer cumplir a todos los miembros de la sociedad. La utopía de una sociedad justa, basada en principios morales preestablecidos y hechos ley, era lo correcto para el señor Derecho. Por el contrario, pensar en la posibilidad de que cada uno definiera sus principios morales y que el derecho fuera simplemente el mecanismo para permitir que los individuos pudieran convivir sobre la base de reglas que evitaran que unos se aprovechen indebidamente de otros, podía ser considerado inmoral o amoral. Con frecuencia, la ley basada en criterios abstractos inspirados en tal o cual doctrina o jurisprudencia, generaba más costos que beneficios para la sociedad. Cosa que importaba poco al jurista, a veces más preocupado en la elegancia de su discurso –sazonada con latinazgos de ser posible– que en las consecuencias prácticas de su accionar. Citando a Fernando de Trazegnies, a propósito del análisis económico del derecho, “encontramos que el derecho no puede ser pensado en abstracto, lejos de la realidad de la que se da, aislado en medio de las nubes de un paraíso conceptual de los juristas, como lo llamaba Hart: el derecho no es –no debe ser– una actividad intelectualmente masturbatoria sino un coito con el mundo”. Hasta que el señor maduro conoció a la señorita. La señorita Economía no era una niña cuando conoció el señor maduro, pero ciertamente era mucho menor que aquel. Su padre, un brillante intelectual escocés llamado Adam Smith, escribía en su Teoría de los Sentimientos Morales que “cada ser humano debe primero y principalmente preocuparse de sus intereses individuales y cada hombre es, con certeza, en todos los aspectos más propenso y capaz de velar por sus propios intereses más que cualquier otro”. Y en su obra cumbre, La Riqueza de las Naciones, Smith genera el primer sistema conceptual que, en forma explícita, nos explica cómo una sociedad de individuos o empresas que buscan satisfacer sus deseos de lucro produciendo para los demás, generan de manera agregada, gracias a la competencia y a la división del trabajo, más riqueza para todos.

La muchachita que nació en 1776, con La Riqueza de las Naciones, no tuvo sin embargo una infancia fácil. Un señor llamado Marx la maltrató de manera tan brillante que la mitad del mundo vivió en el siglo XX bajo la influencia de sus preceptos, agobiada por sistemas que con la coartada de la justicia social engendraron grises dictaduras que decidían arbitrariamente qué producir y cómo producir, con los resultados que aún podemos observar en Corea del Norte o Cuba. Paralelamente, sin embargo, en el campo intelectual, la señorita se hizo adolescente a partir del desarrollo de la llamada economía neoclásica que, desde fines del siglo XIX y durante la mayor parte del siglo XX, evolucionó desarrollando formalmente algunos de los conceptos que Smith había esbozado. Así, la teoría microeconómica llegó a su máxima expresión con modelos abstractos de equilibrio general que nos hicieron soñar con un mundo de competencia perfecta, en el cual todos los individuos eran racionales y había que confiar el bienestar a la mano invisible del mercado.

 La señorita tuvo, pues, también su periodo bohemio durante el cual dio rienda suelta a su imaginación, construyó complejos modelos econométricos para demostrar que el equilibrio de mercado siempre era posible dejando al mercado actuar y, si los hechos no coincidían con los modelos, era la realidad la que estaba equivocada.

Es curioso constatar que cuando se dio el encuentro entre la economía y el derecho, ambos se reprochaban lo mismo de sus vidas pasadas. El prejuicio intelectual que privilegia la abstracción inútil al análisis concreto de la realidad, los errores que se pueden cometer por aplicar ciertos principios a la realidad mediante leyes o políticas sin analizar objetivamente las consecuencias concretas, la ignorancia de otras disciplinas, en fin, todo aquello que caracteriza el autismo de grupos profesionales y que es similar al autismo de grupos políticos, religiosos o sociales que consideran que su verdad es la verdad, que su realidad
es la realidad.

Tengo la impresión de que el romance entre el señor culto y la señorita racional no ha sido una simple aventurilla. Me temo que sus vidas quedarán marcadas por mucho tiempo. Desde que se conocieron, él empezó a analizar sus decisiones sobre la base del análisis costo-beneficio para la sociedad. Fue más allá de las consecuencias inmediatas de los litigios para estudiar los efectos de tal o cual fallo judicial sobre el conjunto de la sociedad. Empezó a legislar intentando anticipar el efecto de la norma sobre el comportamiento de los individuos. La pasión ha sido tal que, loco de amor, uno de sus exponentes, Alfredo Bullard, miembro de nuestra Sociedad de Economía y Derecho, ha escrito que “sin duda, la economía se ha ganado, merecidamente, el apelativo de ser la reina de las ciencias sociales”. A pesar de los piropos, sin embargo, al encontrarse con el señor maduro, ella, la economía, se hizo menos soñadora y puso los pies en la tierra. En realidad fue un tío de la familia, el economista Ronald Coase, el que los presentó. Desde 1937, este brillante tío, le había advertido a la señorita que en el mundo real, las condiciones de la competencia perfecta eran más la excepción que la regla. Le insistía en que, para que la demanda y la oferta se encuentren, debían superarse una serie de barreras concretas a las que llamó costos de transacción. Al comienzo, ella no le hacía caso. Andaba muy concentrada en sus amores platónicos con econometristas, obnubilada con complejos modelos matemáticos. Pero un día, hacia 1991, cuando el tío Coase ganó el Premio Nobel de Economía y, más aún, cuando dos años después un amigo de éste llamado Douglass North recibió el mismo galardón, las cosas empezaron a cambiar. La señorita empezó a interesarse cada vez más en el señor maduro y la llamada Nueva Economía Institucional comenzó a desarrollarse.

Ahora la señorita ha hecho del análisis de la influencia de las instituciones sobre la performance económica el centro de sus preocupaciones. Se dedica a entender cómo las instituciones formales, aquellas definidas por el marco legal y por la aplicación de las leyes, incrementan o reducen los costos de transacción y, por ende, desincentivan o incentivan la eficiencia económica. Le da cada vez más importancia al estudio de los derechos de propiedad, a la forma en que son definidos y respetados en cada sociedad, encontrando en dicho análisis nuevas fuentes de explicación del desarrollo y el subdesarrollo. Y, más recientemente, así como ha abandonado esa costumbre de pensar en términos de un mundo sin costos de transacción, la señorita ha abandonado el principio según el cual debemos suponer que todos los individuos son racionales. Ha decidido incursionar en terrenos antes reservados a la psicología y a la ciencia cognitiva, para intentar comprender por qué algunas sociedades adoptan sistemas de creencias, como el fundamentalismo islámico o, Dios nos libre, el etnocacerismo, que esencialmente son incompatibles con el desarrollo de la economía de mercado. A la señorita no le basta con haber coqueteado con el mundo de las instituciones formales, el mundo del derecho. Ahora está también dedicada a explorar el complejo mundo de las instituciones informales, aquellas que exploran el conjunto de factores que, agrupados bajo el término “cultura”, afectan positiva o negativamente la capacidad de una sociedad para desarrollarse. La señorita no le promete pues fidelidad al señor maduro, cosa que estamos seguros no será óbice para que éste siga crecientemente seducido por ella y, gracias a ello, la alimente de enseñanzas. Es más, es posible que, como suele suceder, el coqueteo con terceras disciplinas acreciente, de puros celos, el interés del derecho por lo que descubra la economía en sus aventuras con otras disciplinas.

Con esta historia creo estar resumiendo la filosofía que funda este trabajo conjunto entre las Facultades de Economía y de Derecho que, con el lanzamiento de esta Revista, adopta la forma de un compromiso más serio. Estamos así pasando de la aventurilla esporádica de los seminarios de Economía y Derecho, a los textos que, en forma trimestral, tendremos que poner a disposición de todos ustedes. La idea es aplicar el análisis económico del derecho y la nueva economía institucional a nuestra realidad. La idea es contribuir con el esfuerzo para comprender mejor el origen de nuestros problemas económicos a fin de contribuir con su mejor solución. La idea, finalmente, es sumarnos al esfuerzo de difusión con la finalidad de que la población entienda e interiorice los conceptos clave de la economía de mercado, en lugar de rechazar la economía de mercado, como lamentablemente está sucediendo en muchos de los países de la región. Permítanme terminar con un comentario que tiene que ver con este rechazo a la economía de mercado que observamos hoy en sectores de nuestra sociedad y en países como Bolivia, Venezuela y Argentina. Hemos incluido este evento como parte del mes de la responsabilidad social, el cual está promovido por la red de responsabilidad social de la cual formamos parte. Esto fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar porque consideramos que es nuestra responsabilidad como académicos tratar de difundir en el más claro idioma posible conceptos que creemos son los adecuados para promover reglas de juego y actitudes que generen un entorno favorable a la inversión y al bienestar. Parte de nuestra responsabilidad social es la de tender puentes y dejar de predicar entre conversos. Esperamos que la revista nos ayude en ese sentido. En segundo lugar, hemos vinculado el nacimiento de la revista con el mes de la responsabilidad social porque consideramos que, así como muchas ONG acertadamente están promoviendo el concepto de responsabilidad social entre el sector empresarial, es fundamental que paralelamente seamos capaces de promover la responsabilidad económica de la sociedad. Del mismo modo que una empresa que no respeta su entorno social y ambiental, difícilmente podrá ser una empresa viable en el largo plazo, una sociedad que se deja seducir por la demagogia disfrazada de discurso social o ecológico, y rechaza la inversión privada sin argumentos sólidos, es una sociedad sin responsabilidad económica.

Así como el señor Derecho se dejó seducir por la señorita Economía, así como la economía puso los pies en la tierra cuando empezó a interactuar con el derecho, es nuestro deber seducir a los escépticos del mercado, convenciéndolos de la importancia de tener instituciones sólidas, reglas claras y estables, para favorecer la inversión privada y así lograr una sociedad capaz de generar más bienestar para cada individuo y, por agregación, para la sociedad en su conjunto.

5.07.2012

Catarsis Con Estrellas Metálicas....




Y luego de una tormenta, se puede decir que llega la calma ¿? Pero si la calma te atormenta? entonces que es la calma sino algo de tormenta embotellada, se que suena a una verborrea lingüística, mas altisonora y rimbombante, que cuantiosa en contenido, podría afirmar todos los días que entiendo perfectamente las frases que escribo, que trato de escribir de la manera menos elocuentemente posible y es solo porque la poca elocuencia de estas frases son las que te dejan pensando en si son disparates, son las que logran mi arte, no quiero ser simplista, ni un perplejo freudiano, solo quiero que la poca elocuencia de mis palabras te deje pensando, pensando en algo más que en miradas, quiero cultivar con palabras, lo que solo algunos cantantes pueden hacer con sus guitarras, quiero pedir disculpas, pero solo logro carcajadas, quiero hacer una catarsis de mi vida y termino viajando en limusina, quiero ser el hombre más terrenal, pero solo logro dar tumbos entre olas de alcohol y sueños crudos…..

“siento el pasto de papel en mi cara, con olor a rosas embotelladas, brisas de vino tinto, miles de brillantes estrellas me dan vueltas, lástima que son solo envolturas metálicas de píldoras acecinas y desmembradas….”